sábado, 7 de mayo de 2022

Del amor maternal y otros constructos…

 

La maternidad puede ser considerada como un constructo social y cultural, a la que le son atribuidos ciertas prácticas y actitudes, asociadas al ‘amor maternal’, que han sido entronizadas como naturales, instintivas; asociadas a lo biológico y, por tanto, consideradas como inmutables, unívocas y universales. Cualquier conducta por fuera de este ideal es considerada como antinatural y, por consiguiente, rechazada y repudiada. Esta construcción ha sido objeto de aproximaciones desde diversas disciplinas tales como la antropología, la historia, los estudios culturales, la sociología, entre otras, que incluyen una perspectiva y problematización desde los feminismos, tales como la propuesta por Adrienne Rich, quien distingue entre dos significados de la maternidad: uno asociado al poder, y el otro a la institucionalidad, que derivarán en la acción de la maternidad como experiencia:


Trato de distinguir entre dos significados de la maternidad, que se superponen el uno al otro: la potencial relación de cualquier mujer con sus poderes de reproducción y para con sus hijos; y la institución, que busca asegurarse de que el potencial -y todas las mujeres- permanezcan bajo el control masculino (Rich 13 - mi traducción)


La maternidad como poder de reproducción está asociada a la capacidad de las mujeres para albergar a otro cuerpo; la capacidad biológica de procrear, parir, amamantar. Todas y todos “nacemos de mujer”, como lo resalta Rich desde el título de su libro; y ese poder, que nos conecta con lo natural y lo divino, causa algo que podríamos denominar como la ‘frustración masculina occidental’. En la versión de Medea de Eurípides, encontramos dicha frustración representada en estas palabras de Jasón: “Los hombres deberían engendrar hijos de alguna otra manera y no tendría que existir la raza femenina: así no habría mal alguno para los hombres” (573-576).

Es importante destacar que la frustración se coaligue con el deseo de la reproducción o la sucesión. Se trata, entonces, de “tener” hijos, como propiedad; idea que puede asociarse al ideal capitalista de productividad y legado: la familia “reproduce biológicamente a los productores” y con los hijos se participa del sistema occidental de herencia (Castien 240). También se trata de la ansiedad por la imposibilidad de absoluta certeza sobre la consanguinidad.

Así, el poder derivado de la maternidad causa una especie de ansiedad desde la mirada masculina, al no ser un poder basado en relaciones dominante-dominado; sino que es un poder de transformación y vida. Al patriarcado le cuesta entender un poder así, pues sus maneras son la guerra, la violencia, la muerte.  Por esta razón, en un sistema tan fuerte como el patriarcal, el poder de la maternidad es subvertido, alienado y convertido en institución.

Al convertir la maternidad en institución, hilos y voces invisibles tejen “el deber ser” de las madres, prescribiendo y proscribiendo acciones, actitudes y conductas, que, de alguna forma, cobran caro a la mujer el poder de su maternidad. La maternidad como institución es erigida como una función que la madre cumple, principalmente subordinada y sujeta a la cultura y tradición masculina (Alarcón 184).

Uno de los principios que han fortalecido la idea de la maternidad como institución es la revalorización de la infancia, que ha asignado a la maternidad un matiz de responsabilidad por el futuro de las naciones. Los niños, al ser vistos como futuro, son la esperanza; y sus madres, las responsables de este futuro por el que deben hacer toda clase de sacrificios.

Es así como, incluso, a través de discursos científicos se ha buscado disciplinar a las madres, recargándolas de todo el trabajo físico y emocional que supone criar a un ser humano, tan dependiente como es al nacer, y tan necesitado de cuidados y protección para crecer. Pero, para la maternidad vista como institución, las mujeres no se cansan, pues poseen el llamado ‘instinto maternal’, que les es inculcado desde niñas. Las mujeres, desde su infancia, son vistas como madres en potencia.

Acerca del instinto maternal, que ha devenido en ‘amor maternal’, para suavizar el tono primitivo del término “instinto”, Victoria Sau, (citado en Saletti) explica cómo este:

es infravalorado por instintivo, natural, que no requiere esfuerzos para ser adquirido. A la vez es una exigencia para las mujeres, a las que se les acusa de «malas madres» si no demuestran las formas de amor esperadas por la sociedad. Es una maternidad vigilada y necesaria para mantener el modelo patriarcal. (Saletti 152)

Al naturalizar la maternidad como el deseo de realización más puro en una mujer y que, por tanto, merece todo clase de sacrificios, poco se habla sobre el desgaste físico que supone la gestación, tan cercana, por sus síntomas a una enfermedad. La maternidad desde la perspectiva de institución es no solo proclamada como el destino naturalmente anhelado por toda mujer, sino como una experiencia maravillosa; una situación idealizada, en donde la mujer recibe protección, que es todo lo que ella necesita, desconociendo los retos en la gestación y crianza, y la agotadora tarea del cuidado.

Uno de los grandes problemas de la maternidad institucionalizada, como lo advierte Rich (42), es que apela al ‘instinto maternal’ de las mujeres que las hace desprendidas de sí mismas y no reconoce en ellas ni su inteligencia ni la búsqueda de su autorrealización como individuos; lo que finalmente aporta a la devaluación de la mujer, reduciéndola a productora de hijos; hijos para la productividad y la guerra; en palabras de Salleti:


Al designar el ser madre como un hecho estrictamente natural, la ideología patriarcal sitúa a las mujeres dentro del ámbito de la reproducción biológica, negando su identidad fuera de la función materna. (174)

Todo esto pone en evidencia las tensiones que las mujeres experimentan y que, en contravía con la institución, las lleva a no aceptar que su único destino sea ser madres, o que no estarán completas si no lo son. También nos planteamos, y ya aquí me incluyo, ejercer la maternidad desde una posición feminista, en la que reconocemos nuestro derecho a sentirnos cansadas, en la que negamos poseer superpoderes, y no nos interesa tenerlos. Ejercemos nuestra maternidad desde una posición en la  que nos damos nuestro lugar, en la que no nos negamos a nosotras mismas, ni nos disculpamos por seguir nuestros sueños, por tener intereses propios. Nos planteamos, además, no parir más hijes para la guerra, para el monstruoso capitalismo; no criar más hijas para el patriarcado.

 La transgresión a lo normativo en el ejercicio de la maternidad es necesaria para detener la reproducción de la jerarquía de género y refundar una nueva lógica para la vida.  Ser “mamás feministas” corta con un ciclo de visión de mundo patriarcal, en el que la familia heterosexual, la maternidad como destino de las mujeres, les hijes como propiedad, los hombres como legítimos dueños de las mujeres y de la tierra, son ideas reproducidas de generación en generación, específicamente a través de la crianza y educación patriarcal. En detener este ciclo puede estar la esperanza de la humanidad.

Ser "mamás feministas" es un acto de amor propio, en el que abandonamos la maternidad institucionalizada que se nos ha impuesto, para reencontrarnos con nosotras mismas. Esta posición implica repensar las formas como habitamos el mundo, revisar otras maneras de movernos en él, con un espíritu y una energía femeninas, en donde, independientemente de nuestra condición sexual biológica, se celebre y valore la vida en armonía con la naturaleza, que permitan nutrirla y preservarla, libre de dominación y violencias. Quizá una mejor manera para habitar el mundo ya exista, o quizá sea necesario inventarla. Mientras lo descubrimos, ¡desobedezcamos!

                                                                  Bibliografía 

Eurípides. Medea. Trad. Ramón Irigoyen. Barcelona: Penguin Clásicos, 2015. 

Alarcón, Norma (2015). “Chicana’s Feminist Literature: A Re-vision through Malintzin/or Malintzin Putting Flesh Back on the Object”. This bridge called my back. Writings by radical women of color. Ed. Cherríe Moraga and Gloria E. Anzaldua. Albany: State University of New York Press. 181-189. 

Castien, J.I. (2001): "Familia y reproducción del capitalismo", Política y Sociedad, 36, pp. 239-255. 

Rich, Adrienne. Of Woman Born: Motherhood as Experience and Institution. New York: Norton & company, 1986. Print. 

Saletti Cuesta, Lorena. Propuestas teóricas feministas en relación al concepto de maternidad. Universidad de La Laguna. 2008 [Fecha consulta: 10 de noviembre 2021].


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