La maternidad puede ser considerada como un
constructo social y cultural, a la que le son atribuidos ciertas prácticas y
actitudes, asociadas al ‘amor maternal’, que han sido entronizadas como
naturales, instintivas; asociadas a lo biológico y, por tanto, consideradas
como inmutables, unívocas y universales. Cualquier conducta por fuera de este
ideal es considerada como antinatural y, por consiguiente, rechazada y repudiada.
Esta construcción ha sido objeto de aproximaciones desde diversas disciplinas
tales como la antropología, la historia, los estudios culturales, la
sociología, entre otras, que incluyen una perspectiva y problematización desde
los feminismos, tales como la propuesta por Adrienne Rich, quien distingue
entre dos significados de la maternidad: uno asociado al poder, y el otro a la
institucionalidad, que derivarán en la acción de la maternidad como experiencia:
Trato de distinguir entre dos significados de la maternidad, que se superponen el uno al otro: la potencial relación de cualquier mujer con sus poderes de reproducción y para con sus hijos; y la institución, que busca asegurarse de que el potencial -y todas las mujeres- permanezcan bajo el control masculino (Rich 13 - mi traducción)
La maternidad como
poder de reproducción está asociada a la capacidad de las mujeres para albergar
a otro cuerpo; la capacidad biológica de procrear, parir, amamantar. Todas y
todos “nacemos de mujer”, como lo resalta Rich desde el título de su libro; y
ese poder, que nos conecta con lo natural y lo divino, causa algo que podríamos
denominar como la ‘frustración masculina occidental’. En la versión de Medea de
Eurípides, encontramos dicha frustración representada en estas palabras de
Jasón: “Los hombres deberían engendrar hijos de alguna otra manera y no tendría
que existir la raza femenina: así no habría mal alguno para los hombres”
(573-576).
Es importante destacar que la frustración se coaligue con el deseo de la reproducción o la sucesión. Se trata, entonces, de “tener” hijos, como propiedad; idea que puede asociarse al ideal capitalista de productividad y legado: la familia “reproduce biológicamente a los productores” y con los hijos se participa del sistema occidental de herencia (Castien 240). También se trata de la ansiedad por la imposibilidad de absoluta certeza sobre la consanguinidad.
Así, el poder derivado
de la maternidad causa una especie de ansiedad desde la mirada masculina, al no
ser un poder basado en relaciones dominante-dominado; sino que es un poder de
transformación y vida. Al patriarcado le cuesta entender un poder así, pues sus
maneras son la guerra, la violencia, la muerte. Por esta razón, en un sistema tan fuerte como
el patriarcal, el poder de la maternidad es subvertido, alienado y convertido
en institución.
Al convertir la
maternidad en institución, hilos y voces invisibles tejen “el deber ser” de las
madres, prescribiendo y proscribiendo acciones, actitudes y conductas, que, de
alguna forma, cobran caro a la mujer el poder de su maternidad. La maternidad como
institución es erigida como una función que la madre cumple, principalmente
subordinada y sujeta a la cultura y tradición masculina (Alarcón 184).
Uno de los principios
que han fortalecido la idea de la maternidad como institución es la
revalorización de la infancia, que ha asignado a la maternidad un matiz de responsabilidad
por el futuro de las naciones. Los niños, al ser vistos como futuro, son la
esperanza; y sus madres, las responsables de este futuro por el que deben hacer
toda clase de sacrificios.
Es así como,
incluso, a través de discursos científicos se ha buscado disciplinar a las
madres, recargándolas de todo el trabajo físico y emocional que supone criar a
un ser humano, tan dependiente como es al nacer, y tan necesitado de cuidados y
protección para crecer. Pero, para la maternidad vista como institución, las
mujeres no se cansan, pues poseen el llamado ‘instinto maternal’, que les es inculcado desde niñas. Las mujeres, desde su infancia, son vistas como madres en
potencia.
Acerca del
instinto maternal, que ha devenido en ‘amor maternal’, para suavizar el tono
primitivo del término “instinto”, Victoria Sau, (citado en Saletti) explica cómo
este:
es infravalorado por instintivo, natural, que no requiere
esfuerzos para ser adquirido. A la vez es una exigencia para las mujeres, a las
que se les acusa de «malas madres» si no demuestran las formas de amor
esperadas por la sociedad. Es una maternidad vigilada y necesaria para mantener
el modelo patriarcal. (Saletti 152)
Al naturalizar
la maternidad como el deseo de realización más puro en una mujer y que, por
tanto, merece todo clase de sacrificios, poco se habla sobre el desgaste físico
que supone la gestación, tan cercana, por sus síntomas a una enfermedad. La
maternidad desde la perspectiva de institución es no solo proclamada como el
destino naturalmente anhelado por toda mujer, sino como una experiencia
maravillosa; una situación idealizada, en donde la mujer recibe protección, que
es todo lo que ella necesita, desconociendo los retos en la gestación y
crianza, y la agotadora tarea del cuidado.
Uno de los grandes problemas de la
maternidad institucionalizada, como lo advierte Rich (42), es que apela al
‘instinto maternal’ de las mujeres que las hace desprendidas de sí mismas y no
reconoce en ellas ni su inteligencia ni la búsqueda de su autorrealización como
individuos; lo que finalmente aporta a la devaluación de la mujer, reduciéndola a productora de
hijos; hijos para la productividad y la guerra; en palabras de Salleti:
Al designar el ser madre como un hecho estrictamente
natural, la ideología patriarcal sitúa a las mujeres dentro del ámbito de la reproducción
biológica, negando su identidad fuera de la función materna. (174)
Todo esto pone
en evidencia las tensiones que las mujeres experimentan y que, en contravía con
la institución, las lleva a no aceptar que su único destino sea ser
madres, o que no estarán completas si no lo son. También nos planteamos, y ya aquí me incluyo, ejercer la maternidad desde una posición feminista, en la que reconocemos nuestro derecho a sentirnos cansadas, en la que negamos poseer superpoderes, y no nos interesa tenerlos. Ejercemos nuestra maternidad desde una posición en la que nos damos nuestro lugar, en la que no nos negamos a nosotras mismas, ni nos disculpamos por seguir nuestros sueños, por tener intereses propios. Nos planteamos, además, no parir más hijes para
la guerra, para el monstruoso capitalismo; no criar más hijas para el
patriarcado.
La transgresión a lo normativo en el ejercicio de la maternidad es necesaria para detener la reproducción de la jerarquía de género y refundar una nueva lógica para la vida. Ser “mamás feministas” corta con un ciclo de visión de mundo patriarcal, en el que la familia heterosexual, la maternidad como destino de las mujeres, les hijes como propiedad, los hombres como legítimos dueños de las mujeres y de la tierra, son ideas reproducidas de generación en generación, específicamente a través de la crianza y educación patriarcal. En detener este ciclo puede estar la esperanza de la humanidad.
Ser "mamás feministas" es un acto de amor propio, en el que abandonamos la maternidad institucionalizada que se nos ha impuesto, para reencontrarnos con nosotras mismas. Esta posición implica repensar las formas como habitamos el mundo, revisar otras maneras de movernos en él, con un espíritu y una energía femeninas, en donde, independientemente de nuestra condición sexual biológica, se celebre y valore la vida en armonía con la naturaleza, que permitan nutrirla y preservarla, libre de dominación y violencias. Quizá una mejor manera para habitar el mundo ya exista, o quizá sea necesario inventarla. Mientras lo descubrimos, ¡desobedezcamos!
Eurípides. Medea. Trad. Ramón Irigoyen. Barcelona: Penguin Clásicos, 2015.
Alarcón, Norma (2015). “Chicana’s Feminist Literature: A Re-vision through Malintzin/or Malintzin Putting Flesh Back on the Object”. This bridge called my back. Writings by radical women of color. Ed. Cherríe Moraga and Gloria E. Anzaldua. Albany: State University of New York Press. 181-189.
Castien, J.I. (2001): "Familia y reproducción del capitalismo", Política y Sociedad, 36, pp. 239-255.
Rich, Adrienne. Of Woman Born: Motherhood as Experience and Institution. New York: Norton & company, 1986. Print.
Saletti Cuesta, Lorena. Propuestas teóricas feministas en relación al concepto de maternidad. Universidad de La Laguna. 2008 [Fecha consulta: 10 de noviembre 2021].
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