lunes, 18 de mayo de 2015

SE BUSCA CANDIDATO

Admito que en la mayoría de las elecciones, sean para escoger alcalde, gobernador, representantes, o lo que sea, he votado en blanco. Salvo en una ocasión en la que mi hermano se postuló al Concejo de Valledupar, se puede decir que he participado activamente en la política. Pero, definitivamente, el político no ha sido mi escenario favorito, pues tengo mis reservas frente a la concepción y manejo que le dan en Colombia a esta actividad.

Y es que en la política a la colombiana (a la cesarense) he visto de todo: Candidatos que posan de “amiguis para toda la vida”, van, vienen, visitan, se sientan en cualquier silla e incluso en el suelo, saludan, se los encuentra uno hasta en la sopa, y siempre sonrientes, siempre un apretón de manos, siempre muy amigables.

Candidatos que buscan amigos, o integrantes de comités de aplausos, que llenan casas u otros lugares en reuniones, en las cuales este primero, promete, y promete, ¿Y las propuestas? No son lo que interesan, el candidato se sube a una tarima, o se ubica al frente, a hablar sobre lo mal que estamos y lo bien que pudiéramos estar. Sus propuestas no tienen fundamento, porque se limita a prometer; a prometer cosas para las que ni siquiera estaría facultado si llegara a ser elegido. Y claro está, a las reuniones llevan conjunto vallenato, comida, y bebida; la gente pide consultas y medicamentos, cemento, trabajo; poco se ahonda, o revisa el plan de gobierno propuesto.

Los amigos van detrás del candidato a todas partes, pregonando sus lemas de campaña, que por lo general son que “¡Si se puede!, o que ¡Ahora si!, que “¡Este es el momento!, o que ¡Vamos a estar mejor!… pero en realidad sus propuestas no son coherentes con sus lemas, ni están organizadas para conseguir todo eso que promete. Son finalmente, promesas estériles porque el candidato se endeuda tanto, que cuando es elegido, se dedica a pagar favores, y a cobrar su propio desgaste. Y claro está, sus amigos, cobran a su manera, también, todo ese “van-detrás-del-candidato-a-todas-partes”.

Esas son algunas de las razones por las que yo, me he apartado de la política, o mejor sería decir, de la politiquería, porque ese ejercicio que acá se realiza es lamentable, y no creo que se compadezca con los fines para los cuales nació este “arte de gobernar”.

Pero este año, caminando por las calles del Cesar, me puse a pensar que tal vez mi actitud ayuda poco al municipio y al departamento; alejarme, asquearme, votar en blanco solo por hacer uso de mi derecho al voto, agradeciendo a las mujeres que pelearon por éste,  ¿En qué ayuda?… y creo que no ayuda en nada, o mejor, ayuda a esos candidatos que a punto de promesas, parranda, tamales y sopa se hacen elegir, sin que nadie los increpe o les exija comprometerse, desde su plan de gobierno, con un proyecto serio de ciudad, de departamento, que nos permita realmente avanzar como sociedad.

Por eso este año, estoy decidida a buscar un candidato, para votar por él o ella en las próximas elecciones, un candidato a quien pueda apoyar, con las restricciones que me impone ser empleada pública, pero con el deber y derecho que me asiste como ciudadana.

No me arriesgaré a defenderlo, porque para empezar, desconfiaré de lo que pueda llegar a ser y a hacer; pero votaré por él o ella si se compromete públicamente con la educación de Valledupar y el Cesar; y lo deja por escrito en su plan de gobierno y en tantos medios como le sea posible.

No le pediré a este candidato que conozca de “pe a  pá” el estado de la educación en la región, pero si le pediré que conozca sus generalidades, que no utilice la educación en sus discursos, solo porque suena bonito, sino porque sabe qué acciones puede emprender para lograrlo.

Que conozca el estado de las condiciones básicas de las instituciones (alimentación, transporte, tecnología, infraestructura), y que también tenga conocimientos y habilidades acerca de cómo destinar y obtener recursos para mejorarlas.

Que tenga claro cómo estamos en términos de calidad en cada uno de los niveles educativos, pero que no se contente con saberlo, sino que conozca cómo hacer para mejorar y que tenga el firme compromiso de hacerlo.

Que no solo se comprometa a destinar recursos para la educación, sino que el destino sea pertinente, justo, transparente.

Que se comprometa a tener personas en su gabinete, que compartan sus mismas ganas y capacidades de trabajar firme y con convicción por la educación del Cesar y Valledupar.

Que conozca aciertos y desaciertos de sus predecesores y que utilice esta información como insumo para su accionar frente al tema educativo.

Porque señoras y señores, solo con mejor educación lograremos avanzar como sociedad; necesitamos una mayor fuerza que dinamice esta región, y ese potencial reside principalmente en ciudadanos: niños, jóvenes, mujeres y hombres, mejor educados.


Ojalá encuentre yo un candidato, o mejor aún, encontremos todos unos gobernantes así: Valledupar y el Cesar lo necesitan y lo merecen.

miércoles, 6 de mayo de 2015

A PROPÓSITO DEL DÍA O MES DE LAS MADRES

A PROPÓSITO DEL DÍA O MES DE LAS MADRES


A nuestras madres les debemos entre  otras cosas, la oportunidad de haber sobrevivido, ellas tuvieron la difícil y a veces dolorosa, tarea de cuidarnos  y muchas veces, al mismo tiempo, de proveer lo necesario para superar el día a día.

Acabo de recordar, que a alguien le dije hace mucho tiempo, cuando me preguntó quién era yo, que yo era una “sobreviviente”, y lo dije pensando en esa misión que cumplió mi mamá, al tener el coraje de enfrentarse, provista de tan pocas herramientas, a la dura realidad de mantener hijos propios y de otra; y más allá de esto, de “entrenarnos” para la vida, y llenarnos de confianza, para que la nuestra no fuera una repetición de la suya; porque crecer como crecimos, fue sobrevivir.

Y en ese actuar, mi mamá, me dejó la herencia más preciada, que agradezco y celebro tanto: descubrir el valor de ser mujer.

Hoy que soy mamá, y de una niña que no es lo mismo, y que puedo “confesar que he sobrevivido”, me cuestiono si al igual que mi madre, tengo y estoy haciendo mi tarea; sobre lo que debo enseñarle a mi hija desde mi cotidianidad.

Me pregunto entonces, como madre y mujer:

Si le enseño a mi hija a usar tacones o le enseño a usar sus pies para correr libre, saltar y bailar, ahora de manera literal, y más adelante para hacerlo por sus sueños.

Si le enseño a maquillarse o le enseño a no usar máscaras y a defender lo que es, porque lo que es, es suficiente.

Si le enseño a llenar sus manos de pulseras, que combinen con collares y carteras o le enseño que sus brazos son como alas que puede usar para volar a donde quiera, y que la fuerza y la ternura suponen una magnífica combinación.

Si le enseño a mirarse y repararse una y mil veces en un espejo, o le enseño a mirarse a sí misma y al Creador en los ojos de los demás.

Mi reto es grande, [y tal vez el de una nueva generación de madres], ya mi mamá me enseñó a sobrevivir, ahora me toca enseñar a mi hija a ser una mujer para vivir.