viernes, 12 de febrero de 2021

REVELACIÓN

REVELACIÓN 

Advertiste en su mirada una prisa fugitiva,

y sumaste tus fuerzas a los planes de la cautiva;

tu canto valiente deshizo el sable salvaje

con el que Hefesto parodiado pretendió mutilar su conciencia.

Pusiste versos de miel en su alma flagelada,

y le diste tu mano para emprender el éxodo.

La inclemencia del sol resquebrajó sus carnes, 

la tempestad derrumbó el umbral que los guareció;

caminaron descalzos por desiertos pedregosos;

cuando exhausta quiso rendirse, la apretaste más fuerte junto a ti.

Fuiste su escudo cuando los jueces del camino le arrojaron piedras,

y fuiste también receptor de ráfagas de ponzoña y desprecio.

Desprendiste la gran roca que sellaba la cueva

en donde finalmente se sintió a salvo.

Cuando la calma llegó a su refugio,

un miedo avasallante penetró en tus huesos,

el terror de haber salvado a una pecadora heló tu sangre,

las voces de tus ancestros te atormentaron.

Mientras ella confiada cerró sus ojos a una vida en el exilio,

no tuviste más remedio que levantar la gran roca contra su espalda.

Y allí yace la desgraciada que bajo la lápida encontró su destino.


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