jueves, 24 de marzo de 2022

Sobre el uso obligatorio de la falda en los uniformes escolares femeninos

 

Desde los albores de la educación femenina en Colombia en el siglo XIX, las normas sobre el uniforme escolar han proscrito la falda como código diario de vestimenta. Este uso obligatorio de la falda, además de causar incomodidades a las niñas al realizar algunas actividades, coarta el libre desarrollo de su personalidad y perpetúa desigualdades basadas en el género.

Aunque el Ministerio de Educación y la Corte Constitucional se han pronunciado respecto de la obligatoriedad de los uniformes escolares, hasta ahora estas regulaciones se han hecho bajo consideraciones económicas, sin tener en cuenta asuntos de género involucrados en esta discusión, posibilitando que aún en los “manuales de convivencia” de las instituciones educativas siga instalado el uso de la falda como vestuario obligatorio para las niñas, con todo lo que ello implica. En esta entrada revisaremos cada uno de estos asuntos para proponer acciones desde el derecho y la pedagogía, que ayuden a superarlos.

Pasado y presente de los uniformes escolares femeninos en Colombia

El Colegio de la Merced, primera institución educativa femenina en nuestro país, durante su funcionamiento en los siglos XIX y XX estableció de manera detallada diferentes aspectos respecto de los uniformes de sus estudiantes, tal como lo muestra la siguiente línea de tiempo:

Ilustración 1. Uniformes Colegio Femenino La Merced - siglos XIX y XX

Como puede verse, la indumentaria que vistieran las niñas era bastante específica en cuanto a estilo, colores, etcétera, y en todos los casos se reglamentaba la falda. Este código de vestimenta respondía a lo esperado de las estudiantes. Entre las “Obligaciones de las Niñas” consagradas en el reglamento de este colegio en 1832, se establece que “[l]as niñas… en todos los actos darán prueba de recato, de modestia y de virtud” (Acuña 47). Así, el uniforme escolar respondía a los valores femeninos altamente deseados y por tanto promovidos en la época.

Hoy día, en los “manuales de convivencia” de las instituciones educativas, si bien no necesariamente se delinea con tanto detalle el vestuario que las estudiantes deben usar, se insiste en el uso de jardineras y faldas como reglamentario para ellas. Por ejemplo, en la página web del Colegio Glenn Doman de Bogotá, en su sección de “Uniformes”, bajo la siguiente advertencia: “El uniforme completo es de obligatorio cumplimiento por todo el alumnado...”, se ilustra así el uniforme de las niñas:

Ilustración 2. Uniformes Colegio Glenn Doman. Fuente https://colegioglenndoman.edu.co/uniformes.html

Podemos ver entonces, cómo a través de la historia, en Colombia se ha reglamentado la falda como código de vestimenta para las niñas en la escuela, en una dinámica de obligatoriedad. Llama la atención que al escribir en el buscador de Google: “niña en uniforme escolar”, la gran mayoría de imágenes producto de la búsqueda muestran a niñas utilizando falda, confirmando que es lo normalizado.

Algunas implicaciones del uso obligatorio de la falda para las niñas

Sin pretender ser exhaustiva, pero para ofrecer mayor ilustración sobre la problemática, en la siguiente infografía relaciono algunas ideas en torno a lo que puede implicar el uso obligatorio de las faldas para las niñas:

Ilustración 3. Algunas implicaciones del uso obligatorio de la falda para las niñas en la escuela. Fuente: Elaboración propia

Normatividad y jurisprudencia relacionada con el asunto

El Artículo 44 de la Constitución Política de Colombia, establece como derechos fundamentales de los niños (y las niñas), la educación, la cultura, la recreación y la libre expresión de su opinión (Énfasis). Sin embargo, su voz no es escuchada cuando se trata de la escuela.

Por otra parte, la Directiva Ministerial No 07 de 2010, emanada del Ministerio de Educación, señala que las instituciones educativas, desde sus “manuales de convivencia”, pueden exigir un uniforme para uso diario y otro para deporte, y que no puede negarse el cupo o la asistencia a un estudiante que por condiciones económicas no pueda portarlos. Esta orientación exime el uso de uniformes por causales económicas, y no aborda el asunto desde una perspectiva de género.

Al respecto de los “manuales de convivencia”, la Corte Constitucional en su sentencia T-565/13 trata el tema del libre desarrollo de la personalidad. En las consideraciones y fundamentos de la sentencia, además de reiterar la “prohibición constitucional para imponer una apariencia física particular del educando a través del manual de convivencia”, la Corte vincula aspectos de la dignidad humana en relación con el derecho a la identidad sexual y de género. Estas consideraciones se centran específicamente en regulaciones asociadas a los cortes de cabello y uso de maquillaje, dado el caso concreto de la sentencia.

No obstante, los argumentos de la mencionada sentencia en cuanto al libre desarrollo, la dignidad humana, la identidad, entre otros, así como las demás consideraciones aquí expuestas, podrían tenerse en cuenta como base para una legislación específica respecto del uso obligatorio de la falda para las niñas en la escuela.

Así, se apela por una legislación sobre la no obligatoriedad de vestuario con códigos específicos según el género en la escuela, que promueva la autonomía de las niñas y vele porque ninguno de sus derechos sea vulnerado. Esta debe ir acompañada de acciones pedagógicas que insten a diferentes actores de la comunidad educativa a comprender, alentar y celebrar la diversidad. Igualmente, se necesitan procedimientos claros para denunciar normas de los “manuales de convivencia” que atenten contra la integridad y derechos de las estudiantes. Esto, especialmente, considerando que en el imaginario colectivo pervive la idea de que las instituciones educativas tienen derecho a establecer las normas que deseen, siempre y cuando estén reglamentadas en sus “manuales”.

Finalmente, es importante que tanto en la legislación como en la cultura escolar, comunitaria y familiar se reconozca la agencia de las niñas y se haga visible cómo diferentes instituciones a través de diversos dispositivos siguen perpetuando roles de género que generan injusticia e inequidad, que afectan principalmente a niñas y mujeres, tal como el asunto tratado aquí respecto de los uniformes escolares.

 

 

Referencias Bibliográficas (y más)

https://view.genial.ly/622e859e3bb7cb0011fd9524







 





martes, 8 de marzo de 2022

Por favor, hoy no me felicites

 


Por favor, hoy
8 de marzo, no me felicites. Mejor, haz un regalo a la humanidad, a ti mismo, y revisa tus privilegios y tus concepciones, con las que ayudas a perpetuar roles de género y con esto la injustica y desigualdad entre hombres y mujeres, en favor, por supuesto, de los primeros. Te invito a responder estas preguntas y a invitar a tus amigos a hacerlo. No me felicites, por favor, mejor revísate, para empezar, en cuanto a estos tres aspectos:

1. ¿Crees que las labores de cuidado (del hogar, los hijos o las hijas) son cosas de mujeres? ¿Crees que las mujeres poseemos dones especiales que nos permiten limpiar la casa, hacer de comer, arreglar la ropa, estar pendiente de cada detalle de nuestras hijas y nuestros hijos, y de la vida social de la familia, en general? ¿Crees no solamente que tenemos dones especiales, sino que además disfrutamos haciendo todo esto casi que a la vez? ¿Compartes con tu pareja o con las otras personas con quienes vives las tareas de cuidado?

Hay estudios que muestran lo exhaustas que permanecen las mujeres por la sobrecarga de trabajo, en especial porque realizan o son responsables de todas las tareas del hogar, aun cuando convivan con otras personas. Esto, además de no tener sentido y ser injusto, dificulta el desarrollo pleno de las mujeres, lo que termina afectando a la sociedad.

Muchos hombres, en la construcción de nuevas masculinidades, han empezado ha involucrarse más en las tareas del hogar y del cuidado. En muchos casos se escucha alabanzas hacia estos hombres, cuando en realidad solo son adultos funcionales y responsables. Apenas ayer escuché a una compañera de trabajo decir “es que mi esposo me ayuda bastante con las niñas” ¿En qué escenario se diría de una mujer que es muy buena porque ayuda a criar a sus hijas? Estos detalles muestran la inequidad que existe en cuanto al cuidado, con las consecuencias que trae.

Así que hoy en vez de felicitar y dar una rosa a las mujeres con quienes vives, siéntate con ellas y organiza acuerdos de cuidado que permitan mayor equidad.

2.   ¿Crees que una mujer que va al trabajo sin maquillarse va mal presentada? Te sugiero revisar lo que hay detrás de esto. Y, claro, entiendo que tenemos esquemas reforzados por la cultura, por lo que habitualmente vemos. Pero también sé que podemos poner a tambalear esas certezas. Que se espere que una mujer vaya maquillada a donde sea es pensar en ella como un adorno, es pensar que existe para el deleite de las miradas de otras personas, es pensar que su cuerpo es tan anormal que para estar “presentable” debe maquillar su rostro. Y pues no, las mujeres no tenemos el rol de decoración ni de recrear miradas. Somos libres para vestirnos de acuerdo con nuestro gusto, y para maquillarnos si queremos, pero no estamos obligadas a ello, en ninguna circunstancia. Por favor, nunca te atrevas a decirle a una mujer que queda mal (poco profesional, como me han dicho) por no poner pintura en su cara.

3.   Finalmente, te invito a reflexionar sobre las relaciones sexo afectivas; aquí hay mucha lana por cortar, pero solo haré énfasis en la fidelidad. ¿Celebras con tus amigos o familiares hombres las infidelidades a sus parejas, pero te parece abominable y absolutamente reprochable que una mujer sea infiel? ¿Ves la doble moral aquí? ¿Coincides con Diomedes cuando dice que “yo sé que te he sido infiel, pero en el hombre casi no se nota”? Si la fidelidad es algo que se valora, debería valorarse en doble vía, en todas las personas de la relación, tanto si son hombres como mujeres. Hoy, en vez de felicitar y dar rosas a las mujeres con las que te encuentres, revisa tu manera de ver las relaciones afectivas.

En estas fechas de conmemoración, no queremos sentirnos halagadas, no queremos que nos recuerden nuestra dulzura, cómo embellecemos el mundo, o que se nos idealice por la capacidad de ser madres. En fechas como hoy, queremos reafirmar el camino que hemos emprendido hacia un mundo con justicia social, en el que ser mujeres no nos cueste nuestro desarrollo pleno, no nos cueste la vida.

Johana Cifuentes