Sobre los niños y las niñas, y su voz
La violencia contra los niños y las niñas es ejercida cada vez que silenciamos su voz o, como adultos, les creamos una. Un país en paz, un país viable, necesitará escuchar lo que los niños y las niñas tengan que decir; en todos los espacios que habitan y por los que transitan; en lo institucional y lo cotidiano, en lo oficial y lo privado, en todo tiempo y lugar.
Las relaciones de poder que se establecen entre adultos y niños y niñas menoscaban la humanidad de estos últimos, de estas últimas; reduciéndolos y reduciéndolas, en el mejor de los casos, a sujetos de protección, y muy comúnmente mutilando cualquier viso de autonomía. Pareciera como si el tamaño de su cuerpo los y las incapacitara del todo para proponer sobre cualquier asunto.
¡Que digan, que cuenten, que escriban, que se escuchen y lean entre ellos; para enterarse, para enunciarse, no para corregir o ser corregidos, corregidas! Pienso en esta cita de Hoban (1975, 100):
Each new generation of children has to be told: 'This is a world, this is what one does, one lives like this.' Maybe our constant fear is that a generation of children will come along and say, 'This is not a world, this is nothing, there's no way to live at all.'
A cada nueva generación de niños y niñas se le dice: 'Esto es un mundo, esto es lo que uno hace, uno vive así'. Quizá nuestro miedo constante es que una generación de niños y niñas venga y diga, 'Esto no es mundo, esto es nada, no hay manera de vivir así.' (Traducción propia)
Voy a dar algunos ejemplos sobre cómo se acallan las voces de los niños y niñas, uno cotidiano que observo mucho, y otro más desde la academia. Es común que los cuadernos de colegio sean marcados con el nombre y otra información que permitan devolverlos en caso de que se extravíen, creo que esa es la función. Pues bien, sucede con aterradora frecuencia que esta información, que usualmente va en la primera hoja y que se decora con imágenes y colores, sea escrita por alguien diferente al dueño o la dueña; incluso pagan a alguien para que lo haga. Y es muy triste que un niño o una niña ni siquiera pueda tener su impronta en algo tan suyo como sus cuadernos.
El otro ejemplo tiene que ver con la llamada Literatura infantil que considera y estudia sobre todo lo producido por adultos, y no digo que no sea válido que adultos escriban para niños y niñas, al contrario gracias a estas producciones puede que este sea un mundo mejor; lo que digo es que pareciera que no hay espacio para considerar dentro de esta literatura aquella que niños y niñas producen sin autorización: cuentos, juegos, canciones que crean y se comparten entre ellos de manera espontánea, todas esas fórmulas orales que utilizan para "descifrar el mundo de los adultos, para ridiculizar el poder y, en cierto modo, para legitimarse." (Fanuel Hanán Díaz, 2020, 15), y que debieran promoverse y estudiarse.
Propongo entonces comenzar a escuchar más lo que las niñas y los niños tienen por decir, desde una actitud auténtica, no posuda ni condescendiente, en consideración a lo válidas y válidos que son como interlocutores; y por otro lado, seguir pensando, para cambiar, en todo aquello que, incluso inconscientemente o hasta bienintencionadamente, hacemos y que injustamente las y los silencia. ¿Podemos pensar en algunos ejemplos?