viernes, 12 de marzo de 2021

VOCES NO AUTORIZADAS

 Sobre los niños y las niñas, y su voz

La violencia contra los niños y las niñas es ejercida cada vez que silenciamos su voz o, como adultos, les creamos una. Un país en paz, un país viable, necesitará escuchar lo que los niños y las niñas tengan que decir; en todos los espacios que habitan y por los que transitan; en lo institucional y lo cotidiano, en lo oficial y lo privado, en todo tiempo y lugar.

Las relaciones de poder que se establecen entre adultos y niños y niñas menoscaban la humanidad de estos últimos, de estas últimas; reduciéndolos y reduciéndolas, en el mejor de los casos, a sujetos de protección, y muy comúnmente mutilando cualquier viso de autonomía. Pareciera como si el tamaño de su cuerpo los y las incapacitara del todo para proponer sobre cualquier asunto.

¡Que digan, que cuenten, que escriban, que se escuchen y lean entre ellos; para enterarse, para enunciarse, no para corregir o ser corregidos, corregidas! Pienso en esta cita de Hoban (1975, 100):

        Each new generation of children has to be told: 'This is a world, this is what one does, one lives like this.' Maybe our constant fear is that a generation of children will come along and say, 'This is not a world, this is nothing, there's no way to live at all.'

A cada nueva generación de niños y niñas se le dice: 'Esto es un mundo, esto es lo que uno hace, uno vive así'. Quizá nuestro miedo constante es que una generación de niños y niñas venga y diga, 'Esto no es mundo, esto es nada, no hay manera de vivir así.' (Traducción propia)

Voy a dar algunos ejemplos sobre cómo se acallan las voces de los niños y niñas, uno cotidiano que observo mucho, y otro más desde la academia. Es común que los cuadernos de colegio sean marcados con el nombre y otra información que permitan devolverlos en caso de que se extravíen, creo que esa es la función. Pues bien, sucede con aterradora frecuencia que esta información, que usualmente va en la primera hoja y que se decora con imágenes y colores, sea escrita por alguien diferente al dueño o la dueña; incluso pagan a alguien para que lo haga. Y es muy triste que un niño o una niña ni siquiera pueda tener su impronta en algo tan suyo como sus cuadernos.

El otro ejemplo tiene que ver con la llamada Literatura infantil que considera y estudia sobre todo lo producido por adultos, y no digo que no sea válido que adultos escriban para niños y niñas, al contrario gracias a estas producciones puede que este sea un mundo mejor; lo que digo es que pareciera que no hay espacio para considerar dentro de esta literatura aquella que niños y niñas producen sin autorización: cuentos, juegos, canciones que crean y se comparten entre ellos de manera espontánea, todas esas fórmulas orales que utilizan para "descifrar el mundo de los adultos, para ridiculizar el poder y, en cierto modo, para legitimarse." (Fanuel Hanán Díaz, 2020, 15), y que debieran promoverse y estudiarse.

Propongo entonces comenzar a escuchar más lo que las niñas y los niños tienen por decir, desde una actitud auténtica, no posuda ni condescendiente, en consideración a lo válidas y válidos que son como interlocutores; y por otro lado, seguir pensando, para cambiar, en todo aquello que, incluso inconscientemente o hasta bienintencionadamente, hacemos y que injustamente las y los silencia. ¿Podemos pensar en algunos ejemplos?


domingo, 28 de febrero de 2021

LLORAR A ESCONDIDAS

 

Mi adiós a Jorge Oñate

Se ha vuelto muy común que cada vez que  muere un artista vallenato, a las personas de Valledupar (o a las que les gusta el vallenato) nos toque casi que llorar escondidas, porque inmediatamente saltan a restregarnos el error de nuestro dolor por los pecados y delitos del artista.

Lamentablemente para las personas que crecimos escuchando vallenato (si vives en Valledupar, aunque en tu casa no haya ni radio, o aunque escuches solo música de seres incólumes, una canción vallenata siempre está en el aire) nos es muy difícil no experimentar dolor, nostalgia por la pérdida de un cantante de acá.

A mí, después de conocer la noticia sobre Jorge Oñate, me fue inevitable pedirle a Alexa (con acceso a tantas canciones, autores y música) reproducir canciones de él; a medida que empecé a escucharlas fueron apareciendo en mi memoria acontecimientos de mi infancia y mi juventud; y es que para quienes crecimos aquí, o para mí, para no caer en el atrevimiento de la generalización, las canciones vallenatas son la banda sonora de mi infancia, de mi juventud, y quizá hasta de mi vida.

Así, cuando empezó a sonar "de qué sirve la fuerza que tu amor me relata, de qué sirve tener lo más fuerte del mundo y vivir sin tu amor..." recordé el día en que de Codazzi nos mudábamos a Valledupar, luego de un período de mucha violencia en ese municipio; me recordé en el yuquero del señor Cuchuco, un jeep al que le traqueaba, como decimos acá, hasta la pintura.

Cuando se reprodujo "apareció el amor y se perdió el dolor como se pierde el sol en una tarde gris, no podría describir como simple ilusión lo grande que nació dentro de ella de mí, y solamente le pedía a mi Dios porque el dolor no me volviera otra vez" recordé el día en que nos mudamos a la invasión de Santropel; pude ver claramente a mi papá bajando del camión 'los chismes' que venían todos dentro de un tanque verde, lo recuerdo; y a mi hermano menor corriendo por el piso sin padimento, como le decía mi mamá.

Y, cuando empezó la que dice "me gusta si eres mi gusto, te quiero porque te quiero, porque me nació quererte" vino a mi memoria el billar de mi cuadra (seguramente gran responsable de que me haya aprendido todas las canciones del vallenato), y las personas afuera presenciando la cabeza estapá de un niño vecino a quién mi hermano le lanzó una piedra; recordé la juetera que le dieron por necio, y no pude evitar pensar en mi hermano, en cuánto lo amo, y una lágrima y una sonrisa habitaron mi rostro.

Y así siguió sucediendo, cada canción traía un recuerdo; "el mejor diciembre de mi vida fue haberte conocido, soy el más afortunado de los hombres del Valle" trajo a mi memoria ese amor bonito de mi juventud. Y "ay nací para quererte mi vida, nací para cantarte, mi amor" el primer amor de mi hermana, y cómo cuando él se fue a la Escuela de suboficiales del Ejército debía llamarla a la casa de la señora Mare, el único teléfono de la cuadra, y todas las vecinas (y mi mamá, mi hermano y yo) se iban a escuchar la llamada; al pobre Isa le tocaba hablar con todas las personas que estábamos donde Mare, y mi hermana nunca pudo atenderle bien la llamada al novio, hoy su esposo.

En muchos casos noté que nunca antes le había prestado atención a la letra, simplemente sabía la canción. Y cuando niña era así: esas canciones me acompañaban, mientras hacía las tareas, mientras esperaba la buseta de Transcacique para irme al Jesugenio, mientras atendía en la panadería que luego tuvimos en el Sicarare; puede que ni siquiera supiera bien qué dijera cada una, o qué significara, pero me las sabía todas [me las malsé todas]. Recuerdo que "No comprendí tu amor" fue la primera canción que transcribí a un cuaderno. Claro, era la época en que esperábamos a que saliera el cancionero, y nunca faltaba la amiga platuda y bondadosa que lo compraba y nos lo prestaba para la correspondiente transcripción en el cancionero propio. Indefectiblemente, todas esas canciones hacen que "me acuerde del ayer cuando no tenía ná".

Así que es muy difícil no sentir dolor, no expresarlo; por supuesto quisiéramos tener memorias menos manchadas por misoginia, violencias, injusticias, errores, pero es lo que tenemos, esto también somos; personalmente no los defiendo, pero no puedo evitar experimentar tristeza por su partida, y por eso comprendo a todas las personas del Valle que hoy no han dejado de poner a sonar sus canciones. 

viernes, 12 de febrero de 2021

REVELACIÓN

REVELACIÓN 

Advertiste en su mirada una prisa fugitiva,

y sumaste tus fuerzas a los planes de la cautiva;

tu canto valiente deshizo el sable salvaje

con el que Hefesto parodiado pretendió mutilar su conciencia.

Pusiste versos de miel en su alma flagelada,

y le diste tu mano para emprender el éxodo.

La inclemencia del sol resquebrajó sus carnes, 

la tempestad derrumbó el umbral que los guareció;

caminaron descalzos por desiertos pedregosos;

cuando exhausta quiso rendirse, la apretaste más fuerte junto a ti.

Fuiste su escudo cuando los jueces del camino le arrojaron piedras,

y fuiste también receptor de ráfagas de ponzoña y desprecio.

Desprendiste la gran roca que sellaba la cueva

en donde finalmente se sintió a salvo.

Cuando la calma llegó a su refugio,

un miedo avasallante penetró en tus huesos,

el terror de haber salvado a una pecadora heló tu sangre,

las voces de tus ancestros te atormentaron.

Mientras ella confiada cerró sus ojos a una vida en el exilio,

no tuviste más remedio que levantar la gran roca contra su espalda.

Y allí yace la desgraciada que bajo la lápida encontró su destino.